Vivan los Toros!
10 de Junho, 2008
Na passada Quarta-feira 4 de Maio decorreu no Parlamento Europeu uma exposição intitulada "Entre o Homem e o Touro" promovida por eurodeputados espanhóis e pela plataforma de defesa e divulgação da tauromaquia do país vizinho "Mesa del Toro".A exposição teve como objectivo defender junto do Parlamento a importância da Tauromaquia. Contou a com a presença de figuras do toureio de Espanha e por Portugal Victor Mendes foi um dos oradores bem como o eurodeputado Vasco Graça Moura.
Vasco Graça Moura aquando da sua intervenção fê-lo em espanhol, por quastões protocolares bem como pela ausência de tradutor.
Trancrevemos o documento original dessa mesma intervenção do deputado português em defesa da Tauromaquia. (www.tauromania.pt)
10 de Junho, 2008
Na passada Quarta-feira 4 de Maio decorreu no Parlamento Europeu uma exposição intitulada "Entre o Homem e o Touro" promovida por eurodeputados espanhóis e pela plataforma de defesa e divulgação da tauromaquia do país vizinho "Mesa del Toro".A exposição teve como objectivo defender junto do Parlamento a importância da Tauromaquia. Contou a com a presença de figuras do toureio de Espanha e por Portugal Victor Mendes foi um dos oradores bem como o eurodeputado Vasco Graça Moura.
Vasco Graça Moura aquando da sua intervenção fê-lo em espanhol, por quastões protocolares bem como pela ausência de tradutor.
Trancrevemos o documento original dessa mesma intervenção do deputado português em defesa da Tauromaquia. (www.tauromania.pt)
Vivan los toros!
Un gran escritor francés, Michel Leiris, es el autor de un texto al que llamó "de la literatura como una tauromaquia". Hoy, os propongo el camino inverso de hablar de la tauromaquia como literatura. Por literatura, quiero significar, evidentemente, todo el conjunto de actitudes y creaciones culturales que buscan restituir las emociones, los riesgos de vida, los peligros, el coraje, la maestría, el combate con las fuerzas brutas de la Naturaleza, todo lo que es simbolizado por la relación del hombre con el toro en la corrida.Tales rituales son propios de Europa meridional, del sur de Francia hasta el sur de Portugal, pero de un modo muy especial de España. España supo efectivamente preservar y renovar una tradición ancestral que planta sus raíces en el mito e cuya matriz simbólica se pierde en la noche de los tiempos.Esa tradición implica, de la parte del agente humano, un esfuerzo físico, intelectual y creativo muy considerable, de la parte del toro, la investida de todo su potencial de agresión y mismo la posibilidad de vencer ese desafío, quiero decir, de escapar a la muerte que el hombre intenta darle en la arena, y incluso de matar o de herir a su adversario; y requiere aún, de la parte del público, un estado de vibración existencial, próximo del transe colectivo, que releva de la fruición estética y acompaña lo que pasa ante sus ojos con la expresión de toda una gama de emociones de altísimo voltaje. La corrida implica la rápida transfiguración de la energía liberada por eses tres participantes en un arte efímero peligrosamente equilibrado entre necesidad y libertad. La corrida cumple reglas precisas de encuadramiento de la violencia. El tipo de desafío para el diestro delante de la muchedumbre en fiesta, cuando enfrenta al toro de cuernos acerados y furia ciega, y cuando empieza a aproximar-se de el cada vez más, exponiendo-se en esa coreografía y arriesgando la vida segundo los preceptos minuciosamente codificados de su faena, se traduce en un ritual ante el peligro en lo que arte y coraje, inteligencia y pericia, entusiasmo y audacia, invención y libertad, le permiten revisitar y rehacer, a cada vez, el mito inmemorial de la lucha del hombre contra lo que hay de más oscuro y de más brutal en la Naturaleza y en el Destino, concentrado en el toro que le ataca. La corrida es la metáfora viva de ese combate. "Que tremendo con las últimas / banderillas de tiniebla", decía el Lorca del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, tocando con la palabra la región más profunda de ese misterio...La muerte del toro es una consecuencia sacrificial y sin duda cruel, pero absolutamente esencial a ese tipo de redención individual y de catarsis colectiva. Sin ella, habría una pérdida total de sentido de ese ritual, por cierto bárbaro pero al mismo tiempo tan connatural a ciertas sociedades, en especial las de Iberia, que resulta revestido de eminente dignidad antropológica y cultural.No es necesario subrayar que acabar con la corrida de toros equivaldría a condenar el toro bravo, el bos taurus ibericus, a la extinción sin remedio cómo especie animal, además de toda une serie de gravísimas consecuencias ambientales, económicas, sociales y culturales. Y es precisamente en el dominio de la cultura que tenemos tantos testimonios, los cuales no hay tiempo ni espacio para enumerar aquí. El savoir faire, la elegancia, la nobleza, el coraje, la fuerza, el color, el ritmo, el ruido de la fiesta, el brillo del sol, el entusiasmo, el luto, todo lo de que se hace el triunfo o la tragedia en la arena, han llevado a una pluralidad inmensa de realizaciones estéticas que confluyen con la estética propia de la corrida y de las que encontramos a cada paso los ecos poderosos en las cumbres de la poesía y de la ficción, de la música y de la pintura, de la danza y del teatro, de la fotografía y del cine, y incluso en la filosofía, para no olvidar el último título de Francis Wolff, Philosophie de la corrida.En un lugar como el Parlamento Europeo, en lo que la diversidad cultural de la que se hace la unidad misma de Europa debe tener derechos de ciudad, recordar valores tan esenciales de la tauromaquia como literatura y como arte no puede dejar de tener un significado muy especial.
Un gran escritor francés, Michel Leiris, es el autor de un texto al que llamó "de la literatura como una tauromaquia". Hoy, os propongo el camino inverso de hablar de la tauromaquia como literatura. Por literatura, quiero significar, evidentemente, todo el conjunto de actitudes y creaciones culturales que buscan restituir las emociones, los riesgos de vida, los peligros, el coraje, la maestría, el combate con las fuerzas brutas de la Naturaleza, todo lo que es simbolizado por la relación del hombre con el toro en la corrida.Tales rituales son propios de Europa meridional, del sur de Francia hasta el sur de Portugal, pero de un modo muy especial de España. España supo efectivamente preservar y renovar una tradición ancestral que planta sus raíces en el mito e cuya matriz simbólica se pierde en la noche de los tiempos.Esa tradición implica, de la parte del agente humano, un esfuerzo físico, intelectual y creativo muy considerable, de la parte del toro, la investida de todo su potencial de agresión y mismo la posibilidad de vencer ese desafío, quiero decir, de escapar a la muerte que el hombre intenta darle en la arena, y incluso de matar o de herir a su adversario; y requiere aún, de la parte del público, un estado de vibración existencial, próximo del transe colectivo, que releva de la fruición estética y acompaña lo que pasa ante sus ojos con la expresión de toda una gama de emociones de altísimo voltaje. La corrida implica la rápida transfiguración de la energía liberada por eses tres participantes en un arte efímero peligrosamente equilibrado entre necesidad y libertad. La corrida cumple reglas precisas de encuadramiento de la violencia. El tipo de desafío para el diestro delante de la muchedumbre en fiesta, cuando enfrenta al toro de cuernos acerados y furia ciega, y cuando empieza a aproximar-se de el cada vez más, exponiendo-se en esa coreografía y arriesgando la vida segundo los preceptos minuciosamente codificados de su faena, se traduce en un ritual ante el peligro en lo que arte y coraje, inteligencia y pericia, entusiasmo y audacia, invención y libertad, le permiten revisitar y rehacer, a cada vez, el mito inmemorial de la lucha del hombre contra lo que hay de más oscuro y de más brutal en la Naturaleza y en el Destino, concentrado en el toro que le ataca. La corrida es la metáfora viva de ese combate. "Que tremendo con las últimas / banderillas de tiniebla", decía el Lorca del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, tocando con la palabra la región más profunda de ese misterio...La muerte del toro es una consecuencia sacrificial y sin duda cruel, pero absolutamente esencial a ese tipo de redención individual y de catarsis colectiva. Sin ella, habría una pérdida total de sentido de ese ritual, por cierto bárbaro pero al mismo tiempo tan connatural a ciertas sociedades, en especial las de Iberia, que resulta revestido de eminente dignidad antropológica y cultural.No es necesario subrayar que acabar con la corrida de toros equivaldría a condenar el toro bravo, el bos taurus ibericus, a la extinción sin remedio cómo especie animal, además de toda une serie de gravísimas consecuencias ambientales, económicas, sociales y culturales. Y es precisamente en el dominio de la cultura que tenemos tantos testimonios, los cuales no hay tiempo ni espacio para enumerar aquí. El savoir faire, la elegancia, la nobleza, el coraje, la fuerza, el color, el ritmo, el ruido de la fiesta, el brillo del sol, el entusiasmo, el luto, todo lo de que se hace el triunfo o la tragedia en la arena, han llevado a una pluralidad inmensa de realizaciones estéticas que confluyen con la estética propia de la corrida y de las que encontramos a cada paso los ecos poderosos en las cumbres de la poesía y de la ficción, de la música y de la pintura, de la danza y del teatro, de la fotografía y del cine, y incluso en la filosofía, para no olvidar el último título de Francis Wolff, Philosophie de la corrida.En un lugar como el Parlamento Europeo, en lo que la diversidad cultural de la que se hace la unidad misma de Europa debe tener derechos de ciudad, recordar valores tan esenciales de la tauromaquia como literatura y como arte no puede dejar de tener un significado muy especial.
Vasco Graça Moura
Bruxelas, 4 de Junio de 2008